viernes, 12 de abril de 2019

El fin de mi relación...con el gimnasio.


Soundtrack: "Chau" - No Te Va Gustar y Julieta Venegas


Me costó 6 meses decidirme a entrar al gimnasio que está cerca a mi casa.

Me gustaba ir a las clases grupales sobretodo a las de zumba (cuando las hacía la instructora brasileña era maravillosamente agotador, además que las latinas tienen ese "swing tropical" por naturaleza).  

Las máquinas las habían cambiado por nuevas hace unos meses y los espacios eran amplios y limpios. La inversión que estaban haciendo era fuerte pero obviamente valía la pena porque incrementaba su valor, y por ende, más nuevos clientes y clientes actuales más satisfechos. 

Pero lo mejor de lo mejor eran las clases de Aquagym. Yo me inscribí sobretodo para nadar en esa piscina, habían dos, la grande y la pequeña. Mis tardes luego del trabajo eran relajantes, junto a mis compañeras acuáticas: señoras mayores de 60 años que tenían, como yo, problemas con huesos, articulaciones, stress y tenían aconsejado hacer aquagym. Esas señoras me sorprendían cada vez con su energía y entusiasmo. Cuando alguna rutina no les salía bien (abdominales bajo el bajo el agua, por ejemplo), simplemente se reían y seguían insistiendo. 

Aprendí mucho de ellas en verdad: el entusiasmo y esfuerzo para hacer las cosas. Hacían, y seguro siguen haciendo, las cosas sin importar que lo hagan mal, ellas hacían lo mejor que podían y listo! Cero agobios. La vida ya les había enseñado mucho, creo yo.

Un día de halloween en Aquagym :D
Sorry la resolución, nos la tomaron de imprevisto.

Y bueno, como seguía, el "gym" era buenísimo, pero tuve que dejarlo. Sí, lo sé, esperaban quizás una final feliz ¿no? Pues ayer fui a darme de baja. 

Antes de ir, preparé mi speech de despedida "hola vengo a darme de baja porque no puedo venir seguido", "Me voy a mudar y ya no podré venir", "las clases ya no me gustan", "estoy en un tratamiento médico que me impide venir", etc. La verdadera razón es la tercera, just in case.

En verdad, me di cuenta que no le debía dar tantas vueltas a las cosas, decir la verdad y punto; así evitamos complicarnos la cabeza y crear escenarios ficticios. Ese fue un buen aprendizaje de la semana. 

Salí de casa y luego de 10 minutos caminando llegué al gym. 


Esta es la ruta "ràpida" que tomaba para ir al gym.

Siempre me emociono al entrar al gym, sobretodo porque las puertas de vidrio se abren con sensor y no debes preocuparte en empujar o jalar, simplemente caminas y ya estás dentro, voilá.

"Hola, me vengo a dar de baja" (con tono un poco triste y esperando la misma reacción) - dije.
"Ok, firma aquí y ya está"- me dijo con "protocolo" la chica de recepción.

Me sorprendió su tono y su respuesta, ¿así de fácil era todo? ¿así de sencillo me dejaban ir? ¿no me iban a preguntar por lo menos la razón? Sentí que no les importaba ni yo, ni los euros que religiosamente (y puntualmente) me descontaban cada 4 de cada mes.

Independientemente de mis razón de irme (ya les conté cuál era), hubiera esperado un "¿por qué te quieres ir?" y base a eso ofrecerme alguna solución, al menos para "retenerme".

Me puse a pensar luego que eso es como una relación amorosa: Cuando le dices a tu pareja que ya no quieres seguir con él/ella y te aceptan tu "petición" sin hacer preguntas, tú dices" ¿pero no quieres saber por qué te quiero dejar? Puede que la razón se pueda mejorar o encontrar soluciones juntos" En fin, sigamos con el gym.

Entonces, ¿de quién era la responsabilidad del trato al cliente? O es que ¿no era la de ella sino de la empresa y su protocolo de atención a las "deserciones"? (porque para hacerme inscribir me trataron de lo mejor). Yo creo que una mezcla de ambas. 

Finalmente, firmé el papel que la chica de recepción me dio (no sé su nombre) y listo. Todo fue tan rápido. Me dio cierta tranquilidad y a la vez nostalgia: no más clases de zumba (sí, con la brasilera sobretodo), pilates los lunes, aquagym lunes y miercoles, bicicleta siempre y ejercicios junto a mi novio (siempre le dije que no me observara cuando hacía zumba, pero siempre aparecía unos minutos y plash! me ponía nerviosa y me perdía en los pasos).

Qué difícil es ganar un cliente
hashtag
(6 meses me tomó) y qué fácil puede ser perderlo y dejarlo ir sin más sin luchar ni un tantito por él.

Qué difícil será hacer ejercicios por mi cuenta (por lo menos el correr todos los días hacia el metro está asegurado).

Qué fácil es hacer algo cuando lo tienes claro.

Qué relajante ha sido contarles esto.

Un abrazo con energía.

                       Barcelona, 8pm. Tendré que ir a correr por ahí ahora.


Adeu.